El oro que dormita en el barro es tan puro
Como el que brilla en el sol

Louis Cattiaux: El Mensaje Reencontrado II 21

Qué es la minería cuando han cambiado los espacios de interacción y producción de valor? cuando la información se ha convertido en un espacio relacional en sí mismo y, por ello, en un espacio también productivo (o pre-productivo, pero) alterando las condiciones de producción, su eficiencia, gestión, difusión y, por tanto, la propia calidad de los productos, insuflando un carácter cognitivo a las mercancias, como herramientas inclusive de mejora y conocimiento? Espacios antropológicos, quizá sea una cuestión de ese tipo; una pregunta acerca de eso mismo: cómo la información está cambiando el espacio antropológico? qué tipo de espacio genera la información y dónde nos sitúa: individualmente, colectivamente, antropológicamente, en relación con la naturaleza, la eficiencia, el universo o la vida inteligente…?

Sin embargo, no todo esto es tan nuevo. En la tradición Hermética, la Alquimia es la búsqueda del oro, pero tenía que ver sobre todo con la transmutación de las cosas en ese metal: podríamos hablar de alquimia en las cosas cotidianas, encontrar el oro alquímico vendría siendo atender al conocimiento semi-oculto que nos rodeaba, atender al yo-mismo, a lo desatendido, a lo pequeño tanto como a lo más grande, saber leer y descifrar los códigos discretos de la existencia. Esa discreción de la información para su acceso, ese carácter semi-oculto, pero al mismo tiempo tan accesible por cercano e casi-inmediato, mediante el conocimiento alquimista, mediante una lectura adecuada de la información, era ya una minería, un data-mining, ancestral y analógico que podría tener mucho que ver con el modo en que observamos o podríamos observar a día de hoy los datos masivos.

los datos pueden revelar secretos a quienes tengan la humildad, el deseo y las herramientas para escuchar

Mayer-Schonberger y Cukier. Big data, La revolución de los datos masivos, 2013

El propósito de la minería de datos, la nueva era de gestión de los datos masivos, consiste sobre todo, en una forma de saber leer, saber encontrar y valorar la información. Es cierto que también hay una componente técnico-objetiva de incremento de la capacidad de almacenaje y procesamiento en las máquinas, la velocidad de las redes, el incremento de usuari@s ligado a la versatilidad y proliferación de los dispositivos móviles, la aplicación del GPS, nuevas tecnologías y metodologías de gestión de la información en la nube, y un más o menos largo etc. Pero en lo que los analistas a su vez coinciden, es en que todo este despliegue creciente, no es nada, no vale, si no va parejo de nuestra capacidad para observar esa información, nuestra capacidad para seleccionarla, valorarla, ponerla en relación… pero incluso ya antes: saber dónde está, discriminarla.

“Según los Filósofos, hay tres clases de oro: el primero es un oro astral cuyo centro se encuentra en el sol que, por sus rayos, lo comunica, al mismo tiempo que su luz, a todos los astros que le son inferiores […] El segundo es un oro elemental, la más pura y fija porción de los elementos y de todas las sustancias que éstos componen, de modo que todos los seres sublunares de los tres reinos contienen en su centro un precioso grano de este oro elemental […] El tercero es el hermoso metal, su brillo y su perfección inalterables hacen que todos los hombres lo valoren como el soberano remedio de todos los males y de todas las necesidades de la vida y como el único fundamento para la independencia, la grandeza y el poder humanos; por eso, no es menos objeto de codicia por parte de los mayores príncipes, que por parte de los pueblos de la tierra”

Nicolas Valois: Los cinco libros o la llave del secreto de los secretos. Libro II, Biblioteca Hermética

Vemos entonces cómo según l@s alquimistas, hay 3 clases de oro: un oro universal que proviene del Sol y que se propaga a través de sus rayos al resto de astros, incluida la tierra. Un segundo oro es, para l@s alquimistas, un grano de este metal, que está en todos los seres de nuestro “mundo sublunar”; se trata de un oro elemental y aunque se encuentra repartido en ínfimas dosis, su pureza es absoluta. Por último está el oro que conocemos, en forma de metal brillante; por este oro, se pierden tanto príncipes como el pueblo, pero es en búsqueda de una riqueza aparente, fuente de disputas y avaricia. El verdadero oro espiritual, aquel que nutre el conocimiento y valor del ser humano, tiene que ser transmutado por él mismo.

Cuando hablamos de minería en la era digital, y de una sociedad basada en los Big Data, nos topamos de nuevo con el mismo problema: nos creemos que el valor reside en la información, como si por más cantidad, más información, etc. tuviéramos más control, más poder, más conocimiento. Seguramente, no sucede así, la información necesita ponerse en relación, extraerse, hasta el punto de que probablemente, no exista previamente. Hemos de descubrir qué nos tiene que decir cada cosa, en relación a qué nos habla, cuál es su precioso grano de oro que es preciso minar, en qué ámbito, de sus infinitos de relación posibles, algo nos dice algo.